En 1994 Jean-Noel Frydman registró en su propiedad el dominio “France.com”. Este ciudadano francés, nacionalizado ahora estadounidense, decidió por aquel entonces montar un “quiosco digital” para franceses expatriados como él viviendo en Estados Unidos. Con el paso del tiempo, France.com se convirtió en una lucrativa fuente de ingresos para nuestro protagonista y parecía que contaba con el beneplácito de las autoridades francesas y en 2009 la oficina de turismo del país no dudó en galardonar su proyecto como “web del año”.
Todo parecía ir bien hasta que en 2015, un juzgado francés recogió la demanda del Estado francés, instando a entregar el dominio que este emprendedor había registrado. El pasado 27 de noviembre un juzgado parisino da la razón al demandante y exige a Frydman la entrega, sin compensaciones, del dominio. El 12 de marzo el estado francés logró hacerse finalmente con el dominio y redireccionarlo a su propio portal.
El aludido no dudó en plantar cara y se inició una batalla judicial, todavía viva. De la noche a la mañana Frydman vio desvanecerse por completo su negocio, estructurado en torno a France.com, y todo ante lo que parece una posición abusiva de un Estado sobre los intereses particulares de un individuo.
Sobre el papel, Frydman no responde al perfil de un especulador de dominios sino que simplemente registró el suyo con una idea clara de negocio, y tal y como explica su abogado, en internet, “quien llega antes a un dominio, se lo queda”. ¿Qué va a pasar a partir de ahora?
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