5G, la conexión de datos ultrarrápida que debe revolucionar las comunicaciones en años venideros, podría llegar a verse lastrada por algo en lo que (casi) nadie había caído: una de las frecuencias en las que puede operar está muy cercana a la que utilizan los sensores que detectan la formación del vapor de agua que da lugar a fenómenos como las tormentas.

Dos agencias estatales de Estados Unidos, la NASA y la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (NOAA por sus siglas en inglés), que trabaja en predicciones meteorológicas, han pedido al organismo encargado de otorgar las frecuencias de telefonía, la Comisión Federal de Comunicaciones (FCC) que detenga una de las bandas que subastó en marzo para el 5G, la de 24 gigahercios, porque puede interferir en unos sensores que se utilizan en satélites que trabajan en una frecuencia muy cercana, 23,8 gigahercios, lo que podría reducir su efectividad en un porcentaje bastante significativo.
The Washington Post publicó una declaración en el Congreso del jefe interino de la NOAA, Neil Jacobs, que apuntó que la puesta en marcha de esa frecuencia para el 5G podría reducir un 30% la precisión de las mediciones. “Si miramos hacia atrás en el tiempo para ver cuando nuestra capacidad de pronóstico era aproximadamente un 30% menor que la actual –apuntó–, es hacia el año 1980”. Casi cuarenta años de retroceso en las predicciones meteorológicas parece un coste inasumible.
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