El huracán Ophelia, que avanza sobre la costa sur de Irlanda tras haber agravado la catástrofe de incendios en Portugal y Galicia, derribando árboles y líneas eléctricas, y levantando olas de 10 metros, se cobró este lunes sus primeras tres víctimas. Dos personas murieron en incidentes separados al caer árboles sobre sus automóviles (una mujer de unos 50 años en el sureste y un hombre en la costa este) y otro hombre de unos 30 años murió mientras intentaba despejar un árbol caído en un incidente relacionado con una motosierra.
Paralelamente, al menos 360.000 hogares y comercios de la república se han quedado sin suministro eléctrico por el efecto de la tormenta, que ha dejado de considerarse huracán tras debilitarse en su trayectoria hacia las Azores anoche, aunque este lunes azota Irlanda con vientos de entre 130 y 190 kilómetros por hora.
Además de los cortes eléctricos, han caído árboles también en los condados de Kerry y Cork. Cientos de ellos han bloqueado caminos y carreteras. Mientras, el Gobierno ha determinado a nivel nacional el cierre de colegios y guarderías y ha restringido otros servicios públicos, como los juzgados y los dispensarios médicos.
Alrededor de 170 vuelos de los dos principales aeropuertos de Irlanda en Dublín y Shannon fueron suspendidos, y aerolíneas como Ryanair, Aer Lingus, British Airways o Air France ya han anunciado la cancelación de algunas rutas.
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