A pesar de que han transcurrido casi cuatro años desde la llegada del cable de fibra óptica financiado por Chávez a Cuba, el ALBA-1, desde la isla siguen llegando testimonios que describen una conexión restringida, apta sólo para los pocos privilegiados que pueden tener acceso al que la gran mayoría no.
El cable venezolano, que fue tendido para que Cuba no dependiera de terceros, no ha reducido tampoco ahora las esperanzas de algunos internautas de la Isla de poder beneficiarse del cable que Google ha anunciado que va a tender en los próximos años entre Estados Unidos y Uruguay para mejorar la conectividad en algunos países de América Latina.
La fe de algunos tuiteros del oficialismo cubanos -tal y como se puede comprobar en estos días en las redes sociales- en lo que se refiere a mejora de la conectividad a Internet se ha mudado. Su fe ya no está puesta en las acciones de su gobierno y el cable venezolano, sino en lo que buenamente pueda hacer para ellos la compañía norteamericana Google.
Estos martirizados internautas cubanos se han dado cuenta de que la solución a sus problemas no vendrá de ese Estado supuestamente omnipotente, sino más bien que, si van a notar alguna mejoría en sus problemas, será en todo caso porque una empresa privada extranjera, líder en innovación, piense en ellos. Creen que Google les puede traer más buenas noticias que el consejo de ministros que preside en La Habana el octogenario Raúl Castro.
via Encomendados a ‘San Google’.