Los ataques suicidas han protagonizado algunos de los atentados más graves de los últimos años en distintas partes del mundo. Pero ¿qué ocurriría si el kamikaze no fuera una persona, sino un dron? Las grandes potencias mundiales se han propuesto responder a esta pregunta, y para ello están fabricando un nuevo tipo de arma que muchos consideran que cambiará para siempre la manera de hacer guerra: vehículos aéreos no tripulados (UAV, por sus siglas en inglés) que funcionan como bombas automáticas.
China ha sido la última en sumarse a esta tendencia que lidera Estados Unidos y que ya probaron con éxito Israel, Turquía e Irán en distintos campos de batalla. Los drones kamikaze que acaba de presentar el país asiático no tienen un aspecto especialmente intimidante, pero su alcance no debería subestimarse.
Su nombre oficial es CH-901, pueden viajar a más 144 km/h y mantenerse hasta una hora en el aire y -lo más importante- son capaces de cargar una cámara de reconocimiento y una cabeza explosiva que se detona por sí sola al colisionar con su objetivo. Pueden ser usados para operaciones de vigilancia, pero su principal propósito es el ataque.
Así son los nuevos drones kamikaze de China. Estos vehículos del Ejército chino permiten lanzar varios drones al mismo tiempo. China mostró con orgullo este lunes sus nuevos dispositivos militares en el Museo Militar de la Revolución del Pueblo Chino, en Pekín. El Ejército Popular de Liberación demostró durante una flamante exhibición que sus vehículos blindados pueden funcionar a modo de plataforma de lanzamiento móvil para poner en el aire enjambres de drones suicida, cada uno de los cuales pesa 9 kilos.