Surcar los cielos a 1.700 kilómetros por hora sigue siendo una experiencia exclusiva para pilotos de fuerzas aéreas y, durante unos instantes, astronautas camino de órbita. Desde el último vuelo del Concorde en 2003, los vuelos supersónicos han quedado paralizados en espera de nuevas tecnologías capaces de abaratar costos y reducir ruido.
Ese es el objetivo del QueSST, un prototipo que la NASA está financiando con vista a que comience a operar en 2021 en pruebas gracias a una nueva partida del presupuesto público de Estados Unidos anunciada recientemente. El objetivo es que sirva de base para una nueva generación de vuelos supersónicos con tecnología del siglo XXI en vez de mitad del siglo XX como el Concorde original.
La reducción de ruido es quizá la más crucial. El Concorde, creado sobre tecnología supersónica hoy considerada básica, inicialmente diseñada en la década de los 50 y 60 del siglo pasado, solo podía operar a máxima velocidad al sobrevolar el Océano Atlántico. Una limitación que no era muy crucial ya que sus rutas París-Nueva York y Londres-Nueva York apenas sobrevolaban por tierra, pero clave para expandir la tecnología a vuelos entre capitales en un mismo continente (Nueva York-Los Ángeles) o que atraviesen varios (Londres-Dubai, Sydney-Pekín, etc.) Sin reducción de ruido no hay vuelo supersónico viable, sea al precio que sea.
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