Investigadores ya nos avisaban que 2015 no sólo había sido el año más caluroso desde que tenemos registros y posiblemente de la historia, sino que parecía que 2016 iba a serlo aún más. A principios de diciembre del año pasado, la Cumbre de París acordaba como límite fundamental que había que conseguir que la Tierra no se calentara más de 2ºC sobre el nivel de referencia, que es la temperatura promedio de la época pre-industrial.
Lo que no esperábamos es que los datos de febrero de este año en el hemisferio norte situaran la temperatura media global por encima de esos dos grados acordados como la línea roja. Es decir, los acuerdos conseguidos en la Cumbre de París hace pocos meses se volvieron obsoletos antes de ni siquiera de entrar en vigor.
Según la Organización Mundial de la Salud, el cambio climático causa unas 150.000 muertes al año. Esto se debe a que el aumento de la temperatura está detrás de la pérdida de cosechas con sus consecuentes hambrunas y acelera la proliferación de epidemias. La pandemia actual del virus del zika está directamente relacionada con que las altas temperaturas del año 2015 fueron ideales para reproducción del mosquito que lo transmite.