Investigadores de la NASA y de la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica han dado a conocer sus últimos estudios sobre el agujero de la capa de ozono. Según sus resultados, el agujero alcanzó su punto máximo el pasado 11 de septiembre, cuando su superficie fue de 12,123 millones de kilómetros cuadrados, para empezar a disminuir gradualmente a lo largo de las siguientes semanas de septiembre y octubre. Ambas instituciones llevan monitorizando la extensión y la recuperación del agujero de la capa de ozono desde 1985.
Las mediciones realizadas vía satélite demuestran que el agujero que se forma en la capa de ozono sobre la Antártida cada septiembre presentó a partir de su punto máximo el tamaño más pequeño observado desde finales de los años ochenta. Sus conclusiones llegan después de una investigación anterior publicada el año pasado por el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT), que daba a conocer la primera evidencia de que el agujero de la capa de ozono estaba cicatrizando, aunque su cierre no será definitivo hasta mediados del siglo XXI, según las estimaciones de los expertos.
En el año 2016, las temperaturas más cálidas observadas en la estratosfera también limitaron el crecimiento del agujero de la capa de ozono, un momento en el que su extensión alcanzó un máximo de 14,32 millones de kilómetros cuadrados, 3,22 millones de kilómetros cuadrados menos que en 2015. Sin embargo, a pesar de la disminución de su superficie, el área ocupada por el agujero de la capa de ozono es todavía muy amplia dado que los niveles de cloro y bromo son todavía demasiado significativos, produciendo aún una pérdida de la capa de ozono.
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