La burundanga, conocida en la jerga científica como escopolamina, tiene entre sus efectos más comunes la capacidad de anular la voluntad de quien la consume y la ausencia de recuerdos tras la intoxicación. Además, es difícil de detectar porque el organismo metaboliza y expulsa la sustancia sin dejar rastro pocas horas después de ser ingerida.

La burundanga es una droga de tipo alcaloide tropánico que generan ciertas especies vegetales tras realizar su proceso metabólico. Esta sustancia tiene efectos alucinógenos y causa síntomas como sueño, sumisión, hipertensión e incluso en grandes dosis, deficiencias respiratorias y cardiacas. Una de las características de la burundanga es la rapidez con que actúa. Esto se debe a que, al ser ingerida —ya sea por vía oral, respiratoria o cutánea—, tiene una gran facilidad para atravesar la barrera protectora —barrera hematoencefálica— entre los vasos sanguíneos del cerebro y los tejidos cerebrales. Es su puerta de entrada al cerebro, y por lo tanto, toma el control del sistema nervioso central y periférico.
¿Cómo afecta esta droga al sistema nervioso?
El sistema nervioso central realiza funciones conscientes e inconscientes. La burundanga afecta a operaciones conscientes como la formación de pensamientos o de recuerdos. Asimismo, también influye en los actos reflejos: en este sentido hablamos del sueño y la actividad de algunos órganos como el corazón.
Con respecto al sistema periférico, la burundanga afecta, entre otros, al control de la respiración, la digestión y la producción de saliva. Sin olvidar los movimientos voluntarios, entre los que se incluye la respuesta de defensa ante una situación de peligro.
¿Cómo actúa la burundanga en el cerebro?
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