Abhijit Nath y Nilotpal Das volvían de excursión. Pasaron por una región que no conocían y preguntaron a los locales por cómo llegar a Dokmoka. Conducían un todoterreno y Das llevaba el pelo largo recogido en rastas. Eso es todo lo que necesitaron decenas de habitantes de Karbi Anglong, un distrito del estado de Assam, para confirmar su sospecha de que se trataba de dos secuestradores de niños y difundir su «descubrimiento» por Whatsapp.
Los esposaron y apalearon durante varios minutos. Cuando llegó la policía los envió al hospital más cercano, pero las heridas provocadas por el linchamiento popular les habían causado demasiadas magulladuras internas, y murieron.
Esta es la trágica noticia del momento relacionada con las redes sociales e India. Whatsapp es uno de los servicios más extendidos del país, también en las zonas rurales, y es precisamente en estas comunidades en las que se están extendiendo las cadenas de mensajes de advertencias acerca de supuestos secuestradores itinerantes que podrían tocar en cualquier momento la puerta de tu casa. Con la diferencia de que los aldeanos de estas regiones no sólo se asustan, sino que también están tomando la justicia por su mano.
El combustible de estas masacres es la inmensa propagación que está habiendo en Whatsapp y Facebook de bulos sobre el secuestro de niños.
Es un tema muy serio en el país, ya que las mafias y desalmados independientes provocan la desaparición de unos 50.000 menores al año, pero la forma en la que se está compartiendo la información en redes sociales no tiene nada que ver con la prevención útil y sí más con el morbo y la superstición.
Seguir leyendo: Cómo un rumor en WhatsApp acabó con dos hombres muertos