El material, creado por científicos del MIT, está impreso en 3D, pero en su composición, además del plástico típico de esta técnica, incorpora láminas de grafeno. Sorprendentemente, la clave de su resistencia no está tanto en el material de una molécula de grosor, sino en la estructura, que recuerda un poco al coral o a una especie de colmena.
El ingeniero Zhao Qin y su equipo descubrió que, cuanto más delgadas son las paredes de la estructura, más difícil es deformarla. Al introducir dos piezas con grosores distintos en una prensa hidráulica, la de paredes más finas se deforma gradualmente, mientras que la otra con paredes más gruesas cede mucho antes y de manera más violenta.
Los modelos matemáticos de la pieza indican que podrían crearse aplicaciones muy resistentes en materiales que no tienen por qué tener grafeno en su composición.