Este año no comienza con noticias tranquilizadoras en el mundo de la tecnología. Según una investigación de The Register (una web especializada en ciberseguridad), los procesadores de Intel de la última década tienen un grave fallo de seguridad que permite colarse en las computadoras con facilidad.
Sobre el papel, permitiría que un programa con malas intenciones pueda leer las áreas protegidas de la memoria ‘kernel’ de un dispositivo, que es la memoria dedicada a tareas más básicas y a la interacción con varias partes de la computadora. Y no hace falta que sea un programa muy complejo: una aplicación para gestionar base de datos, o el propio código JavaScript que se utiliza en la mayoría de webs de Internet, podrían conseguir acceso a este tipo de memoria.
Una vez conseguido el acceso a la memoria ‘kernel’, sería posible obtener contraseñas y otra información protegida. Y dado que el fallo depende del procesador de la computadora, y no del sistema operativo con el que funciona, esta fallo de seguridad afecta por igual a equipos Windows, Linux y macOS.
Los detalles precisos de cómo se explota esta vulnerabilidad no han sido publicados y de momento no saldrán a la luz dado. Aún así, la gravedad del problema no debe ser menospreciada, pues multitud de desarrolladores están trabajando en un parche
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