IRAS 15103-5754, una nebulosa planetaria recién creada, aporta nuevas claves sobre la muerte de estrellas similares al Sol.
El nacimiento de las nebulosas planetarias, objetos resultantes de la muerte de estrellas de masa baja e intermedia (típicamente como el Sol), suele concebirse como un proceso relativamente tranquilo si se compara con el final de las estrellas muy masivas caracterizado por violentas explosiones de supernova. Sin embargo, un estudio encabezado por investigadores del Instituto de Astrofísica de Andalucía (IAA-CSIC) con participación del Centro de Astrobiología (CAB, CSIC-INTA) pone de manifiesto que los fenómenos explosivos también intervienen en la formación de las nebulosas planetarias.
«Dentro de miles de millones de años, el Sol agotará su combustible nuclear, se expandirá hasta transformarse en una gigante roja y expulsará gran parte de su masa. El resultado final será una enana blanca rodeada de una brillante nebulosa planetaria. A pesar de que todas las estrellas de menos de diez masas solares sufren este cambio, aún no conocemos muchos detalles de esta breve pero importante etapa final en la vida de las estrellas», apunta José Francisco Gómez, investigador del Instituto de Astrofísica de Andalucía (IAA-CSIC) que encabeza la investigación.
Y el estudio del objeto IRAS 15103-5754, que forma parte de un grupo de dieciséis objetos conocidos como «fuentes de agua», ha aportado importantes claves sobre el proceso. Estas fuentes de agua son estrellas evolucionadas, a mitad de camino entre las gigantes rojas y las nebulosas planetarias, que muestran intensos chorros de material detectables en el rango de las ondas milimétricas por emisión máser (Microwave Amplification by Stimulated Emission of Radiation, equivalente a láser pero para microondas) producida por moléculas de vapor de agua (emisión máser de agua).